lunes, 19 de enero de 2009

Ella

Salir a la calle con un pitillo a medias y la mirada escurrida hacia una misma es todo lo que queda. Llamento y condena... andar con el alma mirando hacia el suelo como si se quisiera besar la tierra, reprimida en una caja que no deja de palpitar...

Esperar a que un mínimo haz se cuele por las cuencas de los ojos, trancados con 3mil cerrojos.
Uno por cada roce que curtió un poco más sus deslucidas aristas. Ya salientes, ya punzantes. Lacerantes y en harmonia con la caligrafía de su figura... fría, geométrica, desencantada, desdibujada, impenetrable.