miércoles, 26 de noviembre de 2008

sin respuesta

por qué me molesta la lluvia cuando voy con prisa y me encanta bebérmela en el té...
por qué unos minutos al sol me llenan la cabeza de "puedo",
por qué sólo esos abrazos me templan la vida, as veces gélida
Por qué insisto en hablar por el telefonillo cuando la persona está al otro lado de la puerta
por qué te doy la espalda cuando duermo, o desvío la mirada cuando la tuya está clavada en mi
por qué me apetece un helado a 5 grados cuando nunca los como a 39
por qué busco completar en un minuto cosas que me llevarían 9 vidas
por qué una llamada me muda el ánimo
por qué me empeño en rellenarme el alma con presentes cuando me siento bien y me lo reescribo en pasados cuando no lo estoy...
por qué desaparecería del mundo si me diesen una nube voladora y me precipitaría al vacío cuando pasase por encima de tu cama...
por qué puedo leer con multitud de ruidos a mi alrededor y no puedo hacerlo cuando sólo permanece el silencio


cosas que no salen en palabras, que te mostraría en la concavidad de mis manos, como la estructura de mis pensamientos en este momento, o la próxima correlación en aquel, el color del hilo que ata realidad con significado dependiendo de la tensión que se ejerza sobre él...

Así que me quedo en silencio
Y el silencio es esto...

domingo, 23 de noviembre de 2008

XY

Tengo que confesarlo. Hoy lloré de amor.

Es que no fui capaz de abarcar tantos sentidos activos, expansivos, al mismo tiempo...
Es que... ¡¡se me estremeció la existencia y no la pude contener!!, que se me despegó de dentro y se me escapó gota a gota por los lentes. Y todo porque no fui cuidadosa, porque me dió por sentir así, fuerte, desde dentro. Por dejarme sobrepasar por las percepciones. Por olvidarme esta mañana de apuntalarme la materialidad, que ya me lo tiene dicho el psicólogo...

La piel erizada, cada poro una pequeña montaña coronada con las más ígneas nieves.
Los labios ansiosos, ora entreabiertos ora tarascados, hirientes, heridos, hurtados, húmedos.
La mirada perdida entre piel y tejidos, traspasando fibras y encallando en poros, de nuevo, poros saturados de relente que encrespan más los propios.
El oído percibiendo sin hacerlo, concretado en sentidos, palpitando.
Debía decir algo hermoso, mas sólo la melodía envolvía los espacios libres.

Noto la mirada hincada, hinchada. Y desde el marco perlado por la espectativa cumplida, propulsada, le abrazo. Noto como me disuelvo, y desesperada intento escorarme entre carne y piel, busco algo - ¡consistente! - que refuerze mi morfosis. Y de ahí que cuando me traspasa entre sus brazos y me envuelve su olor; cuando me diluyo entre roces y aromas, con acordes y susurros, exhalaciones y tremores; se da, no más, y no puedo dominar...

jueves, 20 de noviembre de 2008

Folhas II

Las hojas caen
sobre las lineas que te escribo,
que me pintas el cuaderno
de otoño!




viernes, 14 de noviembre de 2008

te propongo un plan...

píntame la mañana, hoy me apetece algo anaranjado

vienes a dormir
entrelazamos las piernas mientras me clavas tus pezones
naufragamos en nuestros extremos
despertamos con el primer rayo de sol
me das tu primer aliento
hacemos el amor
remoloneamos
me preparas un zumo de naranja mientras yo pongo la cafetera al fuego.

grande este Pessoa

No soy nada
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo...

¡Grandes logros de la humanidad!


Intento expresarte las batallas de mis existencias.
Lo que consigo: hacerte partícipe de mis novedades y de intentarlo con mis rutinas. Pero es que estas son más sangrantes y cruentas, las que se encallan y lo ponzoñan todo, las que no cristalizan en los sonidos que silban mis cuerdas, las que te intento cantar con los ojos y sólo consigo gritarte con la piel...

999 blancos

La estufa me arde la piel pero no me quita el frío, aunque la deje encendida todo el dia con la puerta cerrada. Las esquinas de mis sábanas permanecen heladas y lisas, ni el edredón ni el pijama las templa. Eso sólo lo consigue tu piel erizada cuando toca la mía.

Soy yo la que comienza a tiritar acurrucada y giro sobre mí misma, y sólo puedo entrever las sombras de otros. Cuando rozo con la espalda la pared, y zozobro en su gélido blanco que ni la oscuridad acalla. Es que sólo consigue hacerlo cálido la luz de una vela dibujando tu sombra y tragándose la mia.