martes, 19 de agosto de 2008

12 noches

Entre luces amarillas, yonki-parkings y teclados electrónicos al más puro estilo camelero desfasamos nuestras reflexiones sobre lo que nos permanece, imbuidas en el irrefrenable deseo de encerrarnos en un ciclo que no podemos dejar de completar.

Bailamos y saltamos entre canciones que recuerdan una composición cualquiera de Carlos Castellano - testigo imperecedero de nuestras tonadillas particulares -, como si fuese Sines nuestra última reserva de serotonina, como si después de esa noche no quedase nada bueno por esperar. Sucesiones de imágenes, sonidos, y comentarios que (mientras comemos y bebemos, reímos, pataleamos...) obstinadas, no podemos dejar de hilvanar. Conscientes de lo mucho que ayudará el recuerdo de estos instantes.


"Mira la oronda Catalina! mírala orgullosa en su influencia, dirigiendo las mareas de nuestros paralelos refugios!!"

Y entonces se que todo momento a tu lado adquiere voluptuosidad en el tiempo. Añadimos los niveles y desniveles que te intensifican y van tapando las bidimensionales partes de mi persona. Me desaparezco entre nuestros recuerdos, quedando sólo tú. Sólo el bienestar y tus palabras adecuadas en cada momento, tus gestos y mis alegrías a tu lado, el eco de una risa que nadie más puede intuir.

domingo, 3 de agosto de 2008

La posesión más preciada del diablo

"Todo es espejo!"

-Octavio Paz-

"...vivía delante de su gran espejo sombrío, el famoso espejo cuyo modelo había diseñado ella misma...Tan confortable era que presentaba unos salientes en donde apoyar los brazos de manera de permanecer muchas horas frente a él sin fatigarse. Podemos conjeturar que habiendo creído diseñar un espejo, Erzébet trazó los planos de su morada. Y ahora comprendemos por qué sólo la música más arrebatadoramente triste de su orquesta de gitanos o las riesgosas partidas de caza o el violento perfume de las hierbas mágicas en la cabaña de la hechicera o -sobre todo- los subsuelos anegados de sangre humana, pudieron alumbrar en los ojos de su perfecta cara algo a modo de mirada viviente. Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fríos espejos...

Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa allí, nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo inerte es asistido por el yo que sufre por esa incercia. Éste quisiera liberar al prisionero, pero cualquier tentativa fracasa como hubiera fracasado Teseo si , además de ser él mismo, hubiese sido, también, el Minotauro; matarlo, entonces, habría exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galería de ecos y de espejos que es el alma melancólica. Y más aún: hasta pueden iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio. La cajita de música no es un medio de comparación gratuito. Creo que la melancolía es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De allí que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya "la farsa que todos tenemos que representar". Pero por un instante -sea por una música salvaje, o alguna droga, o el acto sexual en su máxima violencia-, el ritmo lentísimo del melancólico no sólo llega a acordarse con el del mundo externo, sino que lo sobrepasa con una desmesura indeciblemente dichosa; y el yo vibra animado por energías delirantes."

Alejandra Pizarnik - El espejo de la Melancolía


Partes Aritméticas

Me dijiste que iba muy "a saco", que a ti no te gustaban las cosas tan rápidas. Entonces, decidí aminorar la velocidad de mis deseos, permutarlos de forma directamente proporcional a la de tus extravagancias.

Me pregunté si preferirías un poco de sensorialidad administrada en pequeñas dosis de 1'5 miligramos, porque los números impares son mi debilidad, aunque para ti sean los pares los números perfectos - "porque siempre serán divisibles entre dos y darán un número entero" - , como las partes de ti que conozco.

Yo soy más de números impares, de cosas incompletas, de partes inacabadas...
1'5, como la parte proporcional de mi sustancia que te pertenece. Aunque puedo regalarte una más, que sumadas hacen 3. Una tercera parte de mi número favorito que - como habrás adivinado si es que no lo recuerdas - es 9. Tres veces tres, ahí queda todo. Ofertado en un 3 X 2, que hacen 6, que es número entero y par, divisible entre dos que siempre dará 3, como las personas que me siento a tu lado.

La que te besa, la que te habla y la que se calla por miedo a decir algo que no sea adecuado.

Dia Perfecto

Te regalé un libro de Whitman. Mientras, tú me buscabas en uno de Dostoievski.
Te besé con sabor a té de menta. Mientras, tú me decías que no te gustaba enlazar tus deseos con tus obligaciones.
Te hablaba de Poe. Mientras, tú me perdías en las miradas de Baudelaire...
Te pretendí desnudo. Mientras, tú vestías los calzoncillos de tu padre...
Te perdí en el momento en el que deseé poseerte. Mientras, tú te difuminabas entre ausencias...

viernes, 1 de agosto de 2008