viernes, 14 de noviembre de 2008

999 blancos

La estufa me arde la piel pero no me quita el frío, aunque la deje encendida todo el dia con la puerta cerrada. Las esquinas de mis sábanas permanecen heladas y lisas, ni el edredón ni el pijama las templa. Eso sólo lo consigue tu piel erizada cuando toca la mía.

Soy yo la que comienza a tiritar acurrucada y giro sobre mí misma, y sólo puedo entrever las sombras de otros. Cuando rozo con la espalda la pared, y zozobro en su gélido blanco que ni la oscuridad acalla. Es que sólo consigue hacerlo cálido la luz de una vela dibujando tu sombra y tragándose la mia.

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