domingo, 23 de noviembre de 2008

XY

Tengo que confesarlo. Hoy lloré de amor.

Es que no fui capaz de abarcar tantos sentidos activos, expansivos, al mismo tiempo...
Es que... ¡¡se me estremeció la existencia y no la pude contener!!, que se me despegó de dentro y se me escapó gota a gota por los lentes. Y todo porque no fui cuidadosa, porque me dió por sentir así, fuerte, desde dentro. Por dejarme sobrepasar por las percepciones. Por olvidarme esta mañana de apuntalarme la materialidad, que ya me lo tiene dicho el psicólogo...

La piel erizada, cada poro una pequeña montaña coronada con las más ígneas nieves.
Los labios ansiosos, ora entreabiertos ora tarascados, hirientes, heridos, hurtados, húmedos.
La mirada perdida entre piel y tejidos, traspasando fibras y encallando en poros, de nuevo, poros saturados de relente que encrespan más los propios.
El oído percibiendo sin hacerlo, concretado en sentidos, palpitando.
Debía decir algo hermoso, mas sólo la melodía envolvía los espacios libres.

Noto la mirada hincada, hinchada. Y desde el marco perlado por la espectativa cumplida, propulsada, le abrazo. Noto como me disuelvo, y desesperada intento escorarme entre carne y piel, busco algo - ¡consistente! - que refuerze mi morfosis. Y de ahí que cuando me traspasa entre sus brazos y me envuelve su olor; cuando me diluyo entre roces y aromas, con acordes y susurros, exhalaciones y tremores; se da, no más, y no puedo dominar...

No hay comentarios: