Hace cinco meses aproximadamente decidió abandonar su consecuencia. No se si fue algo consciente o un arrebato derivado de su imprudencia emocional. El caso es que asegura que fue un acto de honestidad consigo misma. Yo le decía que no era apropiado centrarse en la materia, que era mejor estirar aquella de la que estaban hechos sus sueños. Pero ella insistía, aseguraba que le urgía sofocar la incómoda luminosidad de su psique, que le cegaba cuando intentaba leer por la noche, en la cama. Así que la apagó, pese a mis quejas. "Temporalmente, - me decía - hasta que termine el libro, hasta que se me agoten las simas"
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