
ocurre que cuando te vas los ojos se me llenan de noches. Ocurre que cuando marchas se me recogen las sábanas entre los muslos y me diluyo entre mis dedos para reconocerme bajo permanentes silencios. Sucede que cuando te vas me quedo, bajo rendijas de estaño, gritando con la piel lo que se congela en los labios, gritando entre golpes de ventilador...
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