lunes, 22 de septiembre de 2008

Destierros...
























Antonio López Torres. 1972-1975.


Me ocurre que día tras día aguanto las puntuales visitas del alma. Siempre llega en los momentos más inoportunos, esos en los que más desolada me siento. Como cuando se te llenan, de repente, la boca y los pulmones del agua que entra por la caña de aire.
Y se presenta así, sin avisar, acompañada de la inesperada representación de mi existencia. Y me agobio, ¿sabes? es como caer a un pozo de alusiones...

Ahí, de repente, aparece me hago cargo de lo sustancial del momento, el meollo de nuestra cuestión que se dice...

Me percato de que, por mucho que me empeñe en mantener la respiración bajo océanos de instantes, y muy a mi pesar, no son esos momentos presentes que tanto nos esforzamos en disfrutar los que nos sustantivan. No me hacen obviar todo lo que se desprende del tabique de atrás, cascotes de ayeres no tan lejanos que se escurren por las grietas de los ahoras de los que me hago protagonista... Y es entonces cuando llega el delirio de encontrarse.


Y no es sólo construir el puente del "estar" al "ser", es que supone topar con la sustantivación, Maurice, infringir el non plus ultra. Es que supone caminar con pies descalzos por los espinosos campos de la adjetivación hasta alcanzar lo inexorable... Es que es saltar un telón de acero para quebrarse el cráneo en el jodido "somos" y dejar atrás el confortable "seré"...

Me refiero a perder los derechos de que los que me creía portadora y de no poder aferrarme a las esperanzas que un día creamos. Te hablo de cambiar ideales en base a circunstancias, de torrentes de ocasionales pasados y de oscilaciones constantes que, aunque las naúseas lo imploren, nunca cesarán...para poder sobrevivir...

Cuando me abaten ráfagas de sustantividad y no logro contrapesarme entre aplastantes instantes de realidad. Dime! qué puedo hacer - ahí, en ese justo momento - cuando, como decía el chileno, me canso de ser hombre...

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